Los buenos directivos se distinguen por una serie de atributos que imprimen a su gestión mejoras, innovación y bienestar. Ian Ríos, director del área de Gobierno de Personas del PAD detalla a continuación esas características del buen directivo.

Un buen directivo cuida la empresa y a las personas que se ven afectadas con la actividad que realiza. Tiene claro que, además de lograr buenos resultados, una empresa debería mejorar e innovar y también preocuparse por generar bienestar para los clientes externos e internos.

En consecuencia, un buen directivo es exigente consigo mismo y con otros. Propone metas altas y facilita los medios para alcanzarlas. Conoce a sus colaboradores, los aprecia y no los quiere mediocres. Sabe que cada uno tiene un talento y su principal trabajo es desarrollarlo. Un buen directivo confía, delega y corrige con paciencia. Sabe que la exigencia no tiene nada que ver con ser malcriado, abusivo o prepotente. No critica, no habla mal de otros, ni pone “etiquetas”. Un buen directivo no es un patán, al contrario es un buen ejemplo a seguir y es así como compromete a otros.

Un buen directivo cumple con sus encargos a tiempo, sirve, ayuda, está disponible, es generoso. Se preocupa por formarse y profundizar en temas que son de su responsabilidad: la empresa y la persona.

Un buen directivo aboga por compensaciones justas y por una línea de carrera real no ficticia. Escucha, siempre está atento a sugerencias e ideas. Pero sobretodo, es humilde, se sabe humano, limitado y con errores y se esfuerza por rectificar.

Los buenos directivos atraen al talento, los otros lo ahuyentan.


Fragmento de Ríos, I. (2018). “Claves para el desarrollo de las organizaciones” En: Los Directivos Peruanos Transmiten sus Experiencias. El testimonio de 27 directivos y el comentario de 9 académicos. (2014). Lima, Perú: PAD

Redacción PAD – 15/05/2018

 

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