Ha resultado, por decir lo menos, aleccionador y motivante ser testigos de cómo la Confiep y sus máximos representantes han hecho llegar al Ejecutivo un conjunto de propuestas a fin de buscar una solución a la desaceleración que venimos experimentando.

“Agenda País 1:0” dispone un diagnóstico de nuestro frente macroeconómico, además de la revisión de la problemática de 15 ámbitos del quehacer productivo, financiero, laboral y de servicios. Punto a favor para el país, que debe ser seguido por otros frentes sociales y políticos.

De la lectura del documento surgen algunas reflexiones a fin de apuntalar las futuras versiones y mejoras de la agenda que, inevitablemente, han de venir. Acá algunas de ellas.

Primero, resulta esencial ampliar el nivel de representatividad empresarial que hoy aglutina la Confiep. No es un secreto el distanciamiento que en su momento mantuvieron gremios importantes como la SNI, ADEX y la Cáma-a de Comercio de Lima. Sin ellos, la Confiep representa gremial y sectorialmente menos del 50% del PBI nacional. A efectos de darle mayor peso a su interesante propuesta recomiendo que, para empezar, este problema sea salvado a la brevedad.

Segundo, el diagnóstico macroeconómico realizado es, la verdad, sumamente limitado. Claro está, no es el propósito del documento mostrarnos un conocimiento exhaustivo de dicha problemática, pero el empresario peruano, en este tipo de documentos, debe ser informado de temas vinculados a nuestro crecimiento tendencial de mediano plazo, a que la inversión debe tener un componente contracíclico para garantizar su éxito y que, además, deben ser cuidadosos, más que nunca, con las señales que da el frente financiero internacional. En suma, se debió aprovechar este documento para dar a conocer nuestros problemas y que nuestras vulnerabilidades son administrables a fin de no asustarnos en extremo por la coyuntura y evitar acentuar, indebidamente, una fase de desaceleración del ciclo.

Tercero, la “Agenda” planteada por los empresarios, o por parte de ellos, dispone del tratamiento de lo que han llamado “15 ejes estratégicos”, donde es clara la intencionalidad del aporte -en diagnóstico y recomendaciones- al tratar temas relacionados al déficit de infraestructura, a la minería, a la inclusión financiera, a la educación superior, a la agroexportación, la brecha del mercado laboral, a la microempresa, a la calidad regulatoria, a la debilidad del sector farmacéutico y salud, entre otros. Gran avance de nuestro sector empresarial. Sin embargo, parece que aún no toma conciencia que el mal mayor está en la pobrísima calidad de Estado que tenemos y de la urgencia de una reingeniería integral en el mismo. Este es un mal mayor que debemos enfrentar y que no se trata seriamente. La solución del resto de ámbitos depende de una corrección real del mismo.

Cuarto, la versión 2.0 de la “Agenda”, aún por desarrollar, es urgente desde ya. Eso es más notorio cuando es evidente que el tratamiento analítico y propositivo de los diferentes “ejes estratégicos” no es homogéneo en cuanto a rigurosidad. Aunque no podemos decir que es producto de la improvisación, aún está lejos de la adecuada reflexión y consenso. Es altamente probable que la presión por la presentación de este documento haya generado ello, dado que resulta claro que ni siquiera ha sido adecuadamente contrastado con los alcances de la Política Nacional de Competitividad y Productividad anunciada por el MEF y tampoco con el Consejo Privado de Competitividad anunciado por otros frentes empresariales. Este documento necesita ser urgentemente apuntalado y consensuado.

Quinto, en particular cuando se trata el tema ligado a las “Brechas en el Mercado y Situación del Régimen Laboral” se plantea, dentro de las 17 recomendaciones para el sector, que los salarios para los trabajadores a tiempo completo, del régimen general y a plazo indeterminado, permitan una deducción del Impuesto a la Renta superior al 100% de los mismos. Aunque una solución al mercado laboral es mucho más compleja, esta recomendación podría ser viable si el monto adicional de deducción solicitado alimentara un Fondo para atender la capitalización humana y servicio de salud del segmento laboral de menores ingresos en cada compañía. Así este mecanismo se incorporaría mejor dentro del concepto de “valor compartido”.

Sexto, siempre es buena una autocrítica. Hubiera gustado que el documento sirviera para apuntalar normas de conducta empresarial y de ética. La corrupción no solo es un tema del sector público, el otro protagonista es el frente privado. Hubiera gustado que se plantee la realización de eventos o congresos empresariales que sean parte de la elaboración de un Plan Estratégico Nacional, con compromisos, métrica, accountability, consensos. Hubiera gustado que se acepte que requerimos de una nueva clase empresarial y que la Confiep delinea las necesidades de empresario que necesita el país este siglo XXI.

Debemos entender que la más importante de las “empresas” en nuestro país se llama Perú. Requerimos repensarla entre todos y consensuadamente. Este tipo de documentos como la Agenda País 1:0 son una señal primaria positiva. El camino será largo, pero debemos emprenderlo ya, caso contrario, solo habremos discutido una señal, una intención, un anhelo. Casi nada.

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Juan José Marthans
Director del Área de Economía
Publicado en el diario Gestión el día 3 de julio del 2019

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