Muchas grandes empresas nacieron como pequeños emprendimientos. ¿Cuál es la ruta que los encumbró al éxito? Hugo Sánchez, profesor del Área de Dirección General del PAD-Escuela de Dirección, analiza el camino que siguieron las pymes que hoy son grandes compañías.
La ruta que suelen recorrer los emprendimientos convertidos en grandes empresas se puede graficar en una curva ascendente con tres etapas diferenciadas: génesis, expansión y madurez. Según explica Hugo Sánchez, la fase intermedia destaca sobre las otras dos, por su empinada pendiente, que revela un período de crecimiento exponencial.
El inicio
La etapa de génesis, o de los primeros años de la empresa, se caracteriza por un crecimiento sostenido pero moderado; y aunque algunos tienen éxito a la primera, lo común es que en esa fase la organización experimente tropiezos importantes. De acuerdo a Sánchez, en esa etapa muchas empresas aún no tienen bien definidos aspectos clave como el producto o servicio, el cliente o la gestión.
Esta situación puede desembocar en lo que se conoce como ‘el loop del emprendedor’, que constituye un círculo de éxitos y fracasos que concluyen, o bien con el cierre del emprendimiento, o con la estabilización del mismo.
Sin embargo, esa estabilidad puede en realidad constituir una falsa madurez, o un período de crecimiento vegetativo, según lo define Sanchez. Eso se debe a que, aunque la empresa va progresando, no lo hace en todo su potencial y la curva de crecimiento se vuelve cada vez más plana.
Expansión y crisis
Las empresas que asumen el reto del crecimiento y lo superan experimentan un crecimiento importante. Una vez inmersos en esta etapa de expansión, indica Sánchez, las organizaciones empiezan a tener más clientes, a producir más y a ampliar su mix de productos. Pero ese crecimiento trae como contrapartida nuevas situaciones como la necesidad de ampliación de línea de crédito para sus clientes, o la incorporación de tecnología, por poner un par de ejemplos; esto, a su vez, demanda un mejor análisis financiero o una planeación tecnológica más profunda y no siempre el emprendimiento está preparado para ello.
Es en algún punto de la etapa de expansión cuando llega la crisis del crecimiento, al conjugarse diversos factores. Por un lado, el fundador cada vez tiene menos tiempo al incrementarse la complejidad de las operaciones. Asimismo, surgen nuevos frentes en el panorama de la organización que no le son familiares al dueño al no contar con el expertise necesario.
Hasta ese punto, el fundador ha concentrado la totalidad de las decisiones importantes, y la organización no cuenta con una estructura directiva robusta, pues los principales colaboradores son más bien operativos. Según explica Sánchez, este punto puede coincidir con el momento del relevo generacional.
Frente a esta crisis se debería adoptar los cambios de paradigmas necesarios para mantener el ritmo evolutivo exponencial. No seguir este camino conduce a una fase de crecimiento lento, que en realidad constituye una segunda falsa madurez, en la que la empresa sigue creciendo, pero lejos de su máximo potencial.
Si no se aborda la crisis adecuadamente, la empresa también puede llegar a desplomarse. Y, aunque los emprendedores están acostumbrados a caer y levantarse, en este punto ya no es lo mismo. Sanchez explica la situación metafóricamente diciendo que no es lo mismo caer del primer piso que del décimo.
Finalmente, tras la fase de expansión llegará la etapa de madurez, en la cual el crecimiento continúa en la organización, pero a un ritmo mucho menor.
Transformar un emprendimiento en una gran empresa demanda no solo trabajo arduo, sino una visión directiva adecuada en cada etapa de desarrollo, reconociendo el potencial y las limitaciones propias del equipo de trabajo, para alcanzar la cima, sin caer en la ilusión de un falso crecimiento.
18/09/2020 – Redacción PAD
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