La tendencia a innovar está cada vez más presente en las empresas, pero ¿entienden realmente lo que esto implica para beneficio del negocio?

Innovar tiene mucho que ver con la actitud que se tiene ante la vida y con características inherentes al ser humano como la curiosidad, imaginación y creatividad que permiten a los individuos detectar oportunidades, pensar soluciones diferentes y ponerlas en práctica.

Y es que, según indica Fran Chuan quien es experto en cultura de la innovación y colaborador en IESE Business School, innovar es algo tan simple como observar hábitos sorprendentes y darles soluciones simples, pero lo que se intenta en la actualidad es sistematizarla y hacer que aquello que se conseguía por casualidad o inspiración se repita muchas veces.

Introducir los procesos o pautas para sistemarizar la innovación es algo que las empresas deben hacer para mantener un futuro prometedor y como parte de su adaptación a las necesidades del mercado, señala Chuan, con el fin de retener a la gente talentosa pues si se sabe estimular el talento interno de la empresa – aquel que rompe las reglas y obtienen resultados porque se atreven a transgredir –  para que atraiga talento externo y darle riendas sueltas para que creen tendencias y consigan liderazgo de mercado.

Tres factores determinantes

Según Chuan, son tres las principales características de una cultura empresarial que favorece la innovación.

En primer lugar se debe conocer el propósito de para qué se quiere innovar, conocer la motivación no sólo del equipo sino de toda la organización; en segundo lugar se deben crear espacios para que los líderes y toda persona de la empresa sean coherentes y auténticas pues la autenticidad genera carisma, confort y predictibilidad que son insumos sumamente importantes para innovar; el tercer elemento tiene que ver con la capacidad del líder en fomentar el descubrimiento ya que la innovación ocurre cuando se buscan respuestas a cómo solucionar las cosas, señala el experto.

Afortunadamente, precisa Chuan, el mundo se está humanizando con ayuda de las nuevas generaciones y muestra de ello es la aparición de nuevos conceptos como el ‘mindfullness’, que – según explica – es una disciplina que encierra la meditación, nutrición adecuada y ejercicio físico para que el directivo esté bien consigo mismo, esté estable y sea coherente con la finalidad de que pueda influir en el resto de su equipo de una forma más eficiente.

Y es que la productividad es el cruce entre la actitud y la aptitud, añade Chuan, es reconocer que se tiene la capacidad para hacer algo y querer que el producto final esté bien hecho.

Factor humano

Chuan menciona que durante muchos años se ha olvidado que las actitudes, las conductas, los compromisos y el talento de las personas eran lo más importante pues la innovación es consecuencia de todo ello.

Por ello, el experto anima a que las organizaciones vean la innovación desde una perspectiva de 4 pasos.

Desmitificar, que se den cuenta que la innovación está al alcance de cualquier persona. El segundo es desbloquear o darles pistas de por dónde comenzar. El tercer paso es estimular, para que se animen a intentar logros superiores. Y el cuarto es rentabilizar todo esto, es decir obtener resultados económicos de la innovación, concluye.

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